Mañana emiten el último capítulo de la quinta temporada de "La Riera". La verdad es que la cuarta la dejé de seguir pero este año coincidía con la hora de la comida y me reenganché. Hasta el punto de encontrar trabajo y verla por internet al final del día.
Aunque nadie siga la serie os puedo hacer un pequeño resumen. Una de las parejas de “sí pero no” principales son Sergi y Maribel. Cinco temporadas ¡cinco años! En todo ese tiempo la susodicha pareja se han amado en silencio desde el primer capítulo. Maribel, una Lisbeth Salander a la catalana, fuerte y dura por fuera, una crack en su trabajo –la cocina-puncarra total, anti-social y con un muro sentimental más potente que el Muro de Juego de Tronos. Pues va y se enamora del niño pijo, el hijo de los propietarios que vuelve de haberse formado por diferentes países de Europa y quiere consolidarse como cocinero. Él se enamora también, desde el primer día. A la larga siguen amándose, la cocina es su Jardín del Edén y cada mirada, roce o evento gastronómico son lo va más.
Aún así, cómo son tan masoquistas se niegan a reconocerlo, cuando no es uno es la otra. Y va pasando el tiempo y cada uno tiene sus relaciones, etc.
Hasta que una noche, en la tercera temporada, se quitan las máscaras y se desnudan en todos los sentidos habidos y por haber.
Es su welcome and bye ya que no quieren reconocerlo y durante un año entero la Mari se va al Japón y vuelve con novio –un hombre hombre hombre (Sergi tira para la treintena y este ya pasa de los cuarenta) separado y con hijas.
Sergi tampoco ha perdido el tiempo, prometido y a punto de ser padre.
El tema entre ellos debería de estar zanjado pero ¡¡no!! Donde hubo, retuvo. Ya ha quedado demostrado que la cosa no puede acabarse con un simple polvo, las miradas, las sonrisas, los abrazos y roces… ¡intactos!
Este domingo, y después de cinco años los veremos trabajar en un último evento.
Ahora que ambos tienen sus vidas y proyectos montados ¡zasca!
No sé si Maribel marchará a Washington con su pareja y montará su propio restaurante y Sergi por fin podrá dedicarse a ser feliz con su mujer y el hijo que espera. Eso sería lo más fácil y lógico, ¿no? ¿Por qué a veces nos complicamos la vida de esta manera?
¿No sería más fácil que hubieran estado juntos desde el primer capítulo? ¿O que Maribel se hubiera quedado en Japón?
La respuesta, claro está, es un SÍ rotundo pero algunos somos un poco masocas y tiramos hacia un NO gigantesco y con luces de neón (claro está el rollo lo alargan para enganchar a la audiencia, pero mira cómo lo consiguen!) y porque en la vida real preferimos acomodarnos en vez de tirarnos a la piscina. Porqué en el fondo somos así, algunos más que otros, románticos e inconcientes.
Personalmente quiero que vuelvan, que se tiren a la piscina de una vez, eso tendrá daños colaterales, por supuesto, pero al menos no habrá ese gusanillo perenne que perdura tanto tiempo. Estas historias pueden ser muy potentes, pero aunque sea una vez en la vida, vale la pena vivirlas.
Sea como fuere ahora mismo prefiero ser telespectadora o lectora. Con los años te vuelves más práctico y aprendes a pensar antes de actuar y dejar de ser un soñador loco y romántico… o eso creo ;)
To be continued
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